Así fue. Lo escribí en esta misma columna hace catorce días y, sin que sirva de preservativo, acerté. El Partido Popular no iba a conceder grupo parlamentario a Amaiur, y de paso, como víctima colateral, como excusa o como coartada, a UPyD.
A pesar de las declaraciones de muchos dirigentes políticos, entre ellos del PP, de que el sentido común actuara como cataplasma para aliviar las heridas que deja una injusta ley electoral, y a favor de que el artículo 23 del Reglamento del Congreso se siguiese interpretando como hasta ayer, en favor de la pluralidad que promulga nuestra Constitución, el príncipe salió sapo. Y puede que les salga bien la jugada. Muy bien.
No entender el cabreo y la indignación de Rosa Díez es de muy poca sensibilidad política. Porque, en definitiva, el partido que ella representa aglutina más de un millón cien mil personas, que han sido utilizadas como cabras sacrificadas en el Monte Sinaí para regocijo del mandamás. Bien es cierto que se ha decido con el convencimiento de que UPyD iba a poder formar su propio grupo parlamentario con Foro Asturias, pero se decidió; y lo que se decidió fue impedir que tuviera por derecho lo que, no en buena lid, sino en mala lid, siempre compitiendo en inferioridad, se había ganado con creces. Y quieren que no se enfaden. No veo yo a Rosa Díez por sevillanas después de la colleja recibida. Hizo lo que debía: dejar claro que no son lo mismo que los innombrables, una y otra vez, y así hasta un millón ciento cuarenta y tres mil doscientas veinticinco veces.
Otra cosa muy distinta es que al PP la jugada, si al final la justicia a la que recurrirán los innombrables le da la razón, que todo apunta a ello, le salga a las mil maravillas. La estricta interpretación, para todos, del reglamento del Congreso arrebata la excusa a los innombrables para que se martiricen por los caminos entre caseríos al grito de fascismo y otras estupideces. UPyD entrará en el Congreso por la trampilla del sótano y al final la mayoría sólo se acordará del resultado, no de como fue de humillante, para algunos, el partido. Muy poco sentido del compromiso y de la responsabilidad hubiera tenido Rosa Díez si no hubiera puesto el grito en el cielo, sino se hubiese revelado contra la injusticia que supone ser medido con la misma vara que utilizan para atizar a unos elementos que siguen sin condenar a ETA. Se penaliza a los terroristas, pero a costa de las espinillas de los votantes de UPyD. Espero que por lo menos sirva para algo. Ahí tiene el nuevo gobierno la proposición no de ley, presentada por UPyD, para que inicie el proceso de ilegalización de Bildu y de Amaiur. Por sus actos los conoceréis.