Insisto. Aún a sabiendas de resultar pesado, pedante y reincidente. Insisto. Como hacen ellos. Y es que parece ser que repetir una mentira, vestida de trola como un tren de largo, sin maquillarla, sin retocarla, presentándola como la parió la boca mentirosa del político mentiroso, puede acabar pareciendo verdad. Y a veces ni eso. Sigue pareciendo mentira, pero como lo dicen los que mandan, pues ya está, aquí Paz Padilla y luego Gloria de Umberto Tozzi.
Últimamente, en el espectro político, estamos rodeados de mentiras que todos sabemos que son mentira. Incluso los que las dicen saben que son embustes, pero conscientes de las tragaderas que tenemos todos los ciudadanos, sabedores de que los palmeros, también conocedores de las patrañas, defenderán con vehemencia y con una alarmante convicción las falacias resultantes como si fueran dogmas de fe, siguen vertiendo calumnias con una naturalidad que a mí me produce un asco infinito.
Y es que era mentira que España no estaba entrando en una crisis de proporciones bíblicas. Y lo teníamos clarinete absolutamente todos. Y la sola repetición por parte de Zapatero de que no existía tal crisis, el juego flamenco de las palmas de los corifeos cejudos -convencidos de la mentira-, y la pasividad de la sociedad civil hizo parecer que tal mentira, algún decenio venidero, pudiera hacerse verdad.
Era una mentira, como Peña Cabarga de grande, que en Irak había armas de destrucción masiva. Y lo sabíamos tanto los que estábamos en contra -casi el noventa por ciento de los españoles, como los que apoyaban la intervención y los que la promovieron. Era mentira, y quedó demostrado, y no pasó nada.
Es una mentira enorme, como los discos de Milli Vanilly, que el AVE, ése que sigue sin licitarse, vaya a llegar a Santander, que no a Cantabria, antes del 2020, más o menos. Y lo sé yo, lo sabe usted, querido lector, y lo más preocupante, lo saben ellos, los que mienten cuando afirman que el deseado tren realizará su entrada en breves minutos por el andén número dos. Mienten con la tranquilidad que da saber que sus mentiras no tendrán reclamo judicial y que la sociedad civil, la bella durmiente, cuando quiera pasar factura no recordará el nombre de los mentirosos.
Es una mentira vasta, como los pelos nuevos del nuevo flequillo de Bono, Revilla en sí, Marcano en no, Agudo en veremos y Gorostiaga con toda probabilidad.
Es una mentira extensa, como la capacidad de Zapatero, Libia, los ERES, faisán y el canon digital.
Y es una mentira corrosiva, como la meritocracia de Leire Pajín, que alguien nos defienda de los abusos de esta clase política que nos estruja, nos hipoteca y vive a cuerpo de rey a costa de los sudores, el esfuerzo y el deslome de los que nos ganamos los garbanzos al margen de la teta de la vaca pública.
AMÉN
ResponderEliminareres un crack, vuelve a la tv!
ResponderEliminarEs desalentador el panorama....No hacemos nada...esto me recuerda al libro INDIGNAOS....
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