No puedo con ellos. Hago yoga, taichí, acupuntura y me trago, noche sí noche no, la discografía completa de Manu Tenorio. Busco la paz interior, indago en los ritmos de mi propia respiración y me acuno en los latidos que van dilatando las arterias que recorren, de arriba abajo, este cuerpo serrano ¡Olé! Pero no puedo con ellos.
Sé que estamos en precampaña, aunque los socialistas nunca dejan de estar de rapiña electoral, y en estas fechas todos lanzan sus proclamas y arengas como quien lanza caramelos en la cabalgata de los Reyes Magos: Tú tira dulces, Melchor, que alguien los chupará aunque estén caducados.
El último vídeo del PSOE, ese de la asistenta que lleva a Borja Mari a la school, es de una indecencia tan estridente que algunos miembros del propio partido socialista se tapan la cara para evitar que se les vea el sonrojo. Y no voy a apuntar en este folio la hipocresía jacobina que hace que muchos de los dirigentes del puño manden a sus hijos a la escuela privada o concertada mientras se les llena la boca en defensa de la enseñanza pública, más que nada porque ya ha quedado suficientemente resaltada por tantos y tantos comentaristas de medio pelo, o de ningún pelo, como un servidor.
En primer lugar, sólo los necios confunden valor con precio, como diría el poeta, y en eso la izquierda se lleva el premio a la necedad. La comunidad de Madrid es la que menos dinero invierte por alumno en este país. Sin embargo, son los niños madrileños los que obtienen la mejor nota media de este sin Dios educativo. Y como lo contable no es discutible, sólo los obtusos se retuercen ante este dogma numérico. Otro dato: un alumno, en la escuela pública, viene a costar al estado, es decir a todos nosotros, entre 5.000 y 7.000 euros al año mientras que el coste del mismo alumno en la concertada no pasa de los 3.000 euros. Con estos dos apuntes queda claro que la inversión no es directamente proporcional a los resultados.
En segundo lugar, si yo fuese una asistenta doméstica, mañana estaba delante de la sede del PSOE acordándome de la madre y del padre del ideólogo del susodicho vídeo. En este mundo que nos ha tocado transitar, el objetivo educacional, sobre todo en primaria y secundaria, no debería buscar réditos profesionales y/o económicos. No. Debería servir para hacer que nuestros chicos sepan discernir, pensar por sí mismos, analizar y encontrar la felicidad allá donde les toque estar, además de preñarse de conocimientos y valorar el esfuerzo.
Qué prefieren ustedes, un hijo neurótico y desgraciado con trescientos masters o un hijo asistente doméstico que sea feliz y equilibrado. Yo, que sea feliz, aunque sea asistente, asistento o asistenta.
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