CON CAPACIDAD DE ENCAJE

ENTRE EL PERICARDIO Y LOS SESOS BUSCANDO SENTIDO COMÚN

lunes, 28 de noviembre de 2011

SEQUÍA

Artículo publicado el domingo 27 de noviembre.

Como se lo cuento. Pasan de las dos de la tarde de hoy mismo (por ayer sábado), y estoy enfrentado a mi Ibook más seco que la credibilidad de Pepiño Blanco. En el salón de mi refugio madrileño, con un sol tibio que ataca por detrás, por la espalda, y al que caigo rendido de placer. Una cervecita bien fresca y una excelente longaniza payesa me amenizan los sentidos y las lorzas. Coches que van y vienen es lo único que se deja oír. Debe ser verdad eso que dicen de que en la felicidad uno se encoge de inspiración, que se atonta, que se ablanda. Quizás. A mí me ha pasado esta semana. Ha sido una semana divertida, sin estridencias, pero interesante. Tuve visita durante un par de días de amigos de verdad: Peru, que aterrizó en Madrid desde Sudáfrica haciendo escala en Londres; y un tal Walter, uno de Porrúa, el hombre que susurraba a los micrófonos creo que le llaman por el norte de España, o lo que sea ésto. Entre disfrutar con Peru cuando me contó, con los ojos como dos pantallas del Cine Exín, la inmersión en una jaula presenciando como un tiburón blanco, a cinco metros de él, devoraba una cabeza de atún; y los debates a voz alzada con Walter sobre la superioridad, según él, del Real Madrid sin Ronaldo sobre un Barcelona sin Messi, uno se distrae y se lo pasa en grande. Y abandona la lectura de los periódicos, y deja de ver las noticias en los telediarios, y no escucha las tertulias radiofónicas... Y dejas de vivir en este mundo para recuperar, aunque sea por un instante, tu propio mundo, el que nunca deberíamos dejar de vigilar y proteger.
Así que estoy relajado, tranquilo, apurando este folio con ustedes y mirando de reojo al reloj que me dará el pistoletazo para iniciar la carrera al teatro cuando llegue la hora. Hoy toca doble función.
Desde el hígado escribo mejor que desde el corazón, con más fluidez.
Podría hacer leña del árbol que no se llegó a plantar. Datos contumaces tengo para ello, para contarlos, analizarlos y avergonzar -perdón por el optimismo, éstos no se ponen colorados ni yendo al médico sin cambiarse de muda-, a toda la ralea antropófaga que anda a bocados al grito de “que el último cierre la puerta”.
Pero hoy no toca. Hoy toca pensar que sigue habiendo motivos, y que siempre los habrá si sabemos hurgar en los cajones adecuados, para seguir trabajando más y cobrando menos sin perder la sonrisa de la boca. Y en estos días puñeteros, ser capaces de sacar lo mejor de nosotros y no lo más miserable. De nosotros depende.

viernes, 25 de noviembre de 2011

CAMBIO DE ESTILO

Publicado el 20 de noviembre en el diario El Mundo Edición de Cantabria



No se trata de cambiar de color, ni de signo. Se trata de cambiar de estilo, de dignificar la política -si ello es posible-. Sobre todo cuando uno se entera de despilfarros cometidos la semana pasada. No cuando la economía era boyante y excesiva. No cuando el dinero corría a espuertas por las arterias de los caudales públicos. Derroches de hace unos días. Cuando el paro es el que es, a día de hoy. Cuando España tiembla de miedo ante el porvenir. No se bajan del burro ni aunque el Tío de la Vara los azote con su garrocha justiciera. Al loro.
La ministra Salgado autoriza el gasto de 2,1 millones de euros en cestas de navidad. En este documento, firmado por la ministra de Deseconomía, se detalla con precisión cómo debe ser la calidad y el peso del jamón, así como la cantidad y marcas de las bebidas y demás viandas que se comerán y beberán, a la salud del resto de los españolitos, alrededor de quince mil funcionarios de empresas públicas; mientras otros ciudadanos aliviarán tragedias pesando alimentos básicos en la báscula de la Operación Kilo. La excelsa ministra, queriéndose curar en salud, se justifica diciendo que ha suprimido un gasto de 600.000€ de las cestas de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que establecía, textualmente, un jamón ibérico de recebo, de siete a siete kilos y medio, con una curación mínima de veinticuatro meses y, además, deberá entregarse con una certificación de la calidad de la pata del cerdo. Parpadee, querido lector, parpadee.
No hablo de partidos políticos, aunque se vislumbre mi enojo, hablo de estilo, de metodología.
Lo que no puede ser, y será, es que un ministro del Gobierno de España, que esta misma noche nos va a dar los resultados de las elecciones, celebradas bajo el manto gris oscuro de una crisis burda y puñetera que parece no tener final, pueda hacerlo estando implicado hasta los glúteos en un caso escandaloso de corrupción, perdón, de corrución. Y lo que más me enrabieta es que haya imbéciles que lo justifiquen al grito del “y tú más”.
Hablo de saltar de carretera, no de girar de sentido y continuar por la misma avenida que nos ha traído hasta este páramo tan desolado. Hablo de buscar otros paisajes, otros oficios y otros horizontes.
Mañana comienza una nueva etapa en la historia de este país puñetero, perezoso y cansino, y los éxitos del nuevo gobierno serán los éxitos de todos nosotros, porque a pesar de aquellos que están convencidos de que ellos son los mejores y los contrarios la sombra de la ruina, no concibo que todos no deseen lo mismo: lo mejor para este país puñetero, perezoso y cansino.
Uno que no votó a Rajoy...

miércoles, 16 de noviembre de 2011

¿IGUALDAD?

La igualdad, con el paso del tiempo del reloj de Zapatero, al que daba cuerda el PSOE, se ha convertido en la enemiga pública número uno de la libertad. Por definición, la libertad genera desigualdades. Porque cuando uno escoge, libremente, el camino a seguir, el trabajo a realizar, el tiempo dedicado a los menesteres escogidos, los apoyos seleccionados para no perder el equilibrio y la cantidad de sudor invertido en la carrera, los resultados son, o deberían de ser, totalmente distintos, desiguales. Y si no fuera así, para qué esforzarse, para qué sudar si el marcador, al final del tiempo reglamentado, siempre va a reflejar empates. Esa igualdad chapucera que nos hace coincidir por el extremo inferior de la vara de medir, nos empobrece, nos desmotiva y, lo que es peor, nos envilece.
Decía Santos Discépolo, en su maravilloso tango Cambalache, referido al siglo XX, que perfectamente se puede aplicar a lo que llevamos gateando del siglo XXI, que “hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,/ ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador./ Todo es igual, nada es mejor,/ lo mismo un burro que un gran profesor./ No hay aplazaos, ni escalafón,/ los inmorales nos han igulao./ Si uno vive en la impostura/ y otro roba en su ambición,/ da lo mismo que sea cura,/ colchonero, Rey de Bastos,/ caradura o polizón.
Y todo el mundo tiene derecho a todo. El maná cae del cielo, la ropa crece en los naranjales, las viviendas son accidentes orográficos del terreno, la sanidad es un acto filantrópico, la educación un trámite que cualquier zote puede superar y la fiesta un derecho adquirido al que se subvenciona para regocijo de la plebe.
La igualdad ha arrasado a la cultura del esfuerzo, de la valía y de la excelencia. Y hay tanta gente apelotonada en la puerta de salida, que ya no sale ni Dios.
¿Igualdad? Por supuesto. Igualdad en una educación universal, gratuita y de calidad; en una sanidad de primer nivel y para todos; ante una justicia rápida, independiente y que no escape de ella ni el yerno del Rey; y a partir de aquí, como dicen los pasiegos, la vaca por lo que vale.
La igualdad sin justicia es socialismo puro y duro; la justicia igualitaria, es equidad ¿Es justo, por ejemplo, que un profesor universitario llegue al aula, suelte su discursillo en diez minutos y desaparezca de la faz del campus; mientras otro docente, mucho más responsable, se quede su hora completa, dé toda clase de explicaciones y reciba en su despacho a cualquier alumno para lo que sea menester, y ambos cobren lo mismo?
Recuerdo aquel anuncio de neumáticos que rezaba: la potencia sin control no sirve de nada. Pues eso: la igualdad sin compromisos individuales, elegidos libremente, es una ruina.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LOS SANTOS INOCENTES

El actual gobierno del PP de Cantabria denuncia la desaparición de 212 obras de arte que el anterior gobierno del señor Revilla y del Psoe compraron a diferentes artistas. Posteriormente aparecieron la mitad en una nave: olvidadas. Con el consiguiente enfado de los artistas.
También se descubrió, en otra nave olvidada, centenares de miles de euros en merchadising del Año Jubilar Lebaniego del año 2006-2007: camisas, gorras, trípticos, mecheros...
De estos descubrimientos nació este artículo.

Me la trae al pairo el motivo por el que salen a la luz. Porque es su presencia la que nos avisa de quien maneja nuestros duros. Me importa un rábano que sean tres, treinta, treinta mil o trescientos mil euros. Porque no se trata de precio, se trata del valor que tienen, o que no tienen, los gerifaltes regionales que camparon a sus anchas: con prepotencia, con soberbia, sin escuchar. Me da igual que sea una estrategia del PP en busca de réditos electorales. Porque vivo, sin vivir en mí, en el convencimiento de que ellos, PSOE y PRC, hubieran hecho lo mismo: y no me consuela, me entristece. Que me da lo mismo que sean cuadros, gorras, condones fosforitos o jabón para el chichi. Porque no se trata de cosas, se trata de valores: honestidad, responsabilidad, compromiso, servicio, y no ser vicio: el vicio de sentirse rey y no lacayo.
Las obras de arte desaparecidas, compradas como quien da limosna, u olvidadas en un almacén del tipo que tienen los americanos para salvaguardar de la sociedad restos biológicos de alienígenas y pedazos de un OVNI que se estrelló al norte del Gran Cañón del Colorado. Así me lo imagino. Los palés del mercadeo jubilar, para vestir diez veces a Los Sabandeños. Que me da igual. Que la cuestión es que al pájaro se le conoce por la cagada, y que si en estos asuntos, que a algunos les puede parecer minucia, se comportaban con tanta ligereza y manga ancha, qué no habrá pasado con los proyectos de envergadura. Porque no tendrán la jeta de pedirme que me fíe de ellos. De todos ellos. Y lamentablemente, no es sólo un problema regional. Que me la refanfinfla que hayan sido tres trajes que la colección completa de Armani. Que la gasolinera fuese de Campsa o de Respsol.
Que iban por ahí tirando los duros, y luego había que besarles el anillo. Que manejaban tanta dinero que les quemaba en las manos; las mismas manos que luego ponían en el fuego por la honradez de su gestión. Que no se trata de robar, que no digo yo que alguno haya pillado cacho, se trata de gobernar para todos; de no crear una red clientelar donde sólo ganan los amigos de Su Majestad; de que el Estado lo habiten los más capaces y no los hijos de los primos, que luego reverenciarán al Emperador al paso de su carroza, por el hecho de ser los hijos de los primos, divisibles únicamente por ellos y por la unidad gobernante; de que todos tengan, en la línea de salida, la misma equipación, las mismas oportunidades de preparación, y luego, el que más corra, antes llegará a la meta. Me los imagino como en Los Santos Inocentes, colocando al populacho en fila india mientras el señorito, latifundista y omnipotente, les reparte unas perras gordas a modo de dádiva depresiva. Así nos fue, así nos va.

martes, 1 de noviembre de 2011

ASINTENTES, ASISTENTAS Y ASISTENTOS

No puedo con ellos. Hago yoga, taichí, acupuntura y me trago, noche sí noche no, la discografía completa de Manu Tenorio. Busco la paz interior, indago en los ritmos de mi propia respiración y me acuno en los latidos que van dilatando las arterias que recorren, de arriba abajo, este cuerpo serrano ¡Olé! Pero no puedo con ellos.
Sé que estamos en precampaña, aunque los socialistas nunca dejan de estar de rapiña electoral, y en estas fechas todos lanzan sus proclamas y arengas como quien lanza caramelos en la cabalgata de los Reyes Magos: Tú tira dulces, Melchor, que alguien los chupará aunque estén caducados.
El último vídeo del PSOE, ese de la asistenta que lleva a Borja Mari a la school, es de una indecencia tan estridente que algunos miembros del propio partido socialista se tapan la cara para evitar que se les vea el sonrojo. Y no voy a apuntar en este folio la hipocresía jacobina que hace que muchos de los dirigentes del puño manden a sus hijos a la escuela privada o concertada mientras se les llena la boca en defensa de la enseñanza pública, más que nada porque ya ha quedado suficientemente resaltada por tantos y tantos comentaristas de medio pelo, o de ningún pelo, como un servidor.
En primer lugar, sólo los necios confunden valor con precio, como diría el poeta, y en eso la izquierda se lleva el premio a la necedad. La comunidad de Madrid es la que menos dinero invierte por alumno en este país. Sin embargo, son los niños madrileños los que obtienen la mejor nota media de este sin Dios educativo. Y como lo contable no es discutible, sólo los obtusos se retuercen ante este dogma numérico. Otro dato: un alumno, en la escuela pública, viene a costar al estado, es decir a todos nosotros, entre 5.000 y 7.000 euros al año mientras que el coste del mismo alumno en la concertada no pasa de los 3.000 euros. Con estos dos apuntes queda claro que la inversión no es directamente proporcional a los resultados.
En segundo lugar, si yo fuese una asistenta doméstica, mañana estaba delante de la sede del PSOE acordándome de la madre y del padre del ideólogo del susodicho vídeo. En este mundo que nos ha tocado transitar, el objetivo educacional, sobre todo en primaria y secundaria, no debería buscar réditos profesionales y/o económicos. No. Debería servir para hacer que nuestros chicos sepan discernir, pensar por sí mismos, analizar y encontrar la felicidad allá donde les toque estar, además de preñarse de conocimientos y valorar el esfuerzo.
Qué prefieren ustedes, un hijo neurótico y desgraciado con trescientos masters o un hijo asistente doméstico que sea feliz y equilibrado. Yo, que sea feliz, aunque sea asistente, asistento o asistenta.