Tengo la ligera impresión, aderezada con un tufillo legalista, de que el gobierno de Mariano Rajoy pretende dejar sin grupo parlamentario a UpyD. Y se agarrará, como la protagonista de Dirty Dancing a su bailarín predilecto, al caso Amaiur. O los dos o ninguno; y claro, tratándose de proetarras, pues ninguno. Y así, de un sólo plumazo, cerrar la puerta del grupo parlamentario a los abertzales y a los abortistas/fachas -como les gusta llamarles a los del PPSOE- del partido político que más ha crecido en las últimas elecciones generales.
Lo de Amaiur, aunque me patee las gónadas, no tiene un pase. Para conseguir grupo parlamentario, la izquierda abertazale debería haber conseguido el 15% de los votos en aquellas circunscripciones en las que se ha presentado, consiguiéndolo en todas las provincias vascas pero quedándose a una sola décima en Navarra. Y digo que no tiene un pase porque ya existen precedentes con otros partidos nacionalistas. En otros casos, se recurrió a hacer la media entre las distintas circunscripciones y se permitió la formación de grupos parlamentarios, por lo que parece sectario, incluso antidemocrático, que a los cachorros de ETA se les prive de esa posibilidad.
Sé que suena paradójico y que revuelve las tripas que los miembros de Amaiur puedan acusar al parlamento español de antidemocrático, pero así es. Otro caso, sangrante y vergonzoso, es que pudieran presentarse a las elecciones; pero llegados aquí, o se les da el grupo parlamentario o se procede, a través de la Ley de Partidos, a ilegalizarles. Lo otro sería elegir el camino del medio, que transita entre la indecencia de la legalización y el sonrojo que produciría impedir, por mis santos cojones, que el parlamento español refleje la situación política real de este país, o lo que sea esto.
Lo de UpyD es de proporciones bíblicas del tamaño de tres décimas, las que le faltaron para llegar a ese 5% necesario para obtener grupo propio a través de esta indecente Ley Electoral. Pretender, cuando ya se han hecho con anterioridad juegos malabares con los porcentajes necesarios para conseguir grupo parlamentario, que casi un millón doscientas mil personas queden relegados al grupo mixto, privándoles de voz propia, sería un movimiento parafascista. Acallar, silenciar y relegar a UpyD, un partido preñado de voces nuevas, interesantes, implicadas en la construcción de España, con una masa social joven digna de mención, trasversal y decente -único partido que no llevaba en sus listas a ningún imputado-, sería una cuchillada a la voluntad popular ¡Ay, quién fuera
banquero para que me indultasen!
No saben lo que deseo equivocarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario