CON CAPACIDAD DE ENCAJE

ENTRE EL PERICARDIO Y LOS SESOS BUSCANDO SENTIDO COMÚN

miércoles, 1 de febrero de 2012

CAMARADA COMPAÑERO

Mi capacidad de asombro, al igual que la de ustedes, supongo, es como la puñetera crisis: insondable, elástica hasta los confines del universo y con más capacidad de aguante que Gorostiaga agarrada a las crines del caballo que en sus manos no pasó de percherón. Me explico.
Esta semana a la deriva, el que fuera Emperador de Madrid, don Hirohito Gallardón, se descolgó con una reforma del sistema Judicial necesaria, urgente para el restablecimiento democrático y tan valiente como imprescindible. Pero no es la reforma judicial lo que me ocupa. A unos les parecerá bien, a otros mal y el resto ni sabrá ni contestará. Habrá que esperar para conocer los detalles de la misma y cómo será su desarrollo vital. Lo que me ha conmovido, hasta el estupor, es escuchar o leer las reacciones de  ciertos dirigentes ¿progresistas? ante el anuncio del ministro Gallardón. Vamos con ello.
A las pocas horas del anuncio de la reforma una de las grandes esperanzas blancas del PSOE, Eduardo Madina, publicó en su Twitter el siguiente comentario: “Ruptura del PP del pacto por la justicia: El CGPJ ya no nacerá de la voluntad ciudadana en las urnas. Será puro corporativismo privado”. ¿Ruptura? ¿De qué? ¿Cómo se puede romper algo que está deshecho? ¿Cómo se le puede llamar ruptura a intentar devolver a la Justicia la credibilidad que perdió cuando Guerra sentenció que Montesquieu había fallecido bajo las botas de la partitocracia indecente que nos arrebató la representatividad ciudadana? ¿Cómo sentirse satisfecho cuando la Justicia depende más del juez que te toque en suerte que de la aplicación estricta de la Ley? ¿Cómo se puede creer en una Justicia previsible en función de si la mayoría del Tribunal es progresista o conservadora? Sigue diciendo este aspirante a bolchevique que “el CGPJ ya no nacerá de la voluntad ciudadana en las urnas”. Evidentemente camarada. Es lo que tiene la separación de poderes, que no se puede controlar todo, absolutamente todo, por el hecho de ganar en una rifa cada cuatro años. Una parte la designará, como manda la Constitución que ustedes han apaleado, el Congreso y el Senado, y el resto lo deberían decidir no sólo los jueces, sino que habría que extender la composición del CGPJ a otras ramas del ámbito judicial como secretarios judiciales, abogados y fiscales.
Y acaba el ínclito compañero afirmando que “será puro corporativismo privado”. Aquí, y para nuestra desgracia, el único corporativismo privado es el chiringuito que tienen ustedes montado y que encima les pagamos todos los ciudadanos. A los unos y a los otros. Esperemos que Montesquieu veintisiete años después, y al tercer día, resucite.

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