He cogido la diligencia, alguno de los padres de la patria cántabra lo llaman tren: con dos cojones, un palito y la cara más dura que la Dama de Elche. Voy camino de Valencia y haré transbordo en Madrid, donde cogeré un AVE que jamás veré llegar a la capital de la Costa Esmeralda.
La semana que viene me tendré que desplazar a Alicante, y me cuentan que hay un tren directo que sale de Santander y llegará a mi destino, a la orilla del Mediterráneo, más de 8 horas después. Sólo un detalle: cuando fui a Cuba, o a Colombia, o a Miami, no tardé más de seis horas.
Pocas personas en la capital de Cantabria se beneficiarían más que yo de que el AVE saliera del centro de la ciudad y alcanzara la madrileña estación de Atocha en dos horas y media. Pero antes de que el pollo llegue, ¿no sería más interesante que el Alvia en el que ahora viajo, y que una vez que pasa de Valladolid alcanza los 250 km/h, pudiese mantener esa velocidad durante todo el trayecto dejando el tiempo del viaje en menos de tres horas? ¿No sería más racional eso que gastarse miles de millones de euros que no tenemos en una alta velocidad deficitaria hasta el sonrojo para contentar la estulticia española que reposa en la idiotez de servir café para todos? ¿No sería más inteligente habilitar una lanzadera hasta Bilbao, la gran urbe que más cerca tenemos y que nos puede aportar muchos visitantes e ingresos y conexión con el centro de la península y con Europa a través de Francia? ¿No sería más conveniente una red radial de AVE y unirla con el resto de las provincias pequeñas a través de trenes de velocidad alta y reducir en un 50% la inversión y un 60% el mantenimiento? ¿No sería más práctico eso y desviar parte del presupuesto destinado a raíles deficitarios, que sólo te ahorraría media hora, a educación, sanidad, justicia e investigación? No, es más provechoso para sus intereses políticos y empresariales repartir AVE como se reparten golosinas a la puerta del colegio. Demasiados intereses hay en llevar el AVE hasta Polaciones, si fuese posible. Demasiadas empresas empeñadas en facturar los miles de millones que el Estado manirroto repartirá para su realización y que harán rebosar las carteras de los de siempre.
Si el AVE llega a Vigo, ¿por qué puñetas no puede llegar a Santander, o a Palencia, o a Selaya? La santa estúpida consigna de "no sin mi AVE" la pagaremos durante décadas. Mientras seguiremos ocupando un lugar vergonzoso en el Informe Pisa, se cerrarán quirófanos y ambulatorios en pueblos sin nombre y la justicia seguirá perdida en el tiempo sentenciando cuando ya nadie recuerda de qué se les acusó. Mientras veremos salir a nuestros jóvenes mejor preparados camino de países que no tienen AVE que lleguen a sus esquinas; donde los atenderán, los pagarán como se merecen y sólo veremos cuando retornen a su país de vacaciones. Eso sí, estos jóvenes preparados y que tanto dinero invertimos en su educación, cuando vuelvan, podrán llegar hasta el portal de su casa, si no hasta el mismo felpudo, en AVE.